En los deportes de equipo, los diferentes puestos o funciones son claros y explícitos. Nadie discute que se necesitan jugadores con distintas habilidades, destrezas, características físicas, para cada puesto, dentro del equipo.
Estas diferencias están claras y son aceptadas por todos. Jugadores y cuerpo técnico. La diversidad es bienvenida.
Ahora que pasa con las diferencias como persona. Distintos gustos, distintos puntos de vista, distintos valores y creencias. Distintas formas de ver la vida. Como habitualmente decimos, distintas formas de ser.
Esta diferencia, ¿es igualmente aceptada por todos?
Aquí entra en juego uno de los valores fundamentales de toda convivencia: el respeto. En todo deporte de equipo, no sólo encontramos diferencias en los roles que cada uno cumple, sino también, en las formas de ser.
Cada ser humano es único e irrepetible. Cada uno de nosotros “cargamos” con, lo que yo llamo, una mochila socio-cultural. Formada por toda nuestra historia de vida, la cultura en la que nos criamos, la educación familiar, escolar, nuestra biología, nuestras relaciones y mucho mas. Todo esto hace que no existan dos personas iguales.
Como Entrenador ¿eres consciente de esto?, si es así, ¿es el respeto, un valor de tu filosofía de trabajo?
El respeto, para mí, es la aceptación del otro como diferente, legítimo y autónomo. Cuando trabajo para transmitir a niños, jóvenes y adultos el respeto a sus compañeros, al contrario, al árbitro, al cuerpo técnico, trabajo para aceptar que somos diferentes. Aceptamos la diversidad.
No luchamos para eliminar o disimular esas diferencias. Aceptamos que cada uno busca actuar de acuerdo a lo que piensa, siente, a sus valores y creencias, a sus formas de ver la vida.
Desde el respeto, construimos confianza. Entre los miembros del equipo y en el equipo.
Como Entrenador, ¿Qué pensás del respeto a las diferencias y la diversidad?