El justificarse, un hábito también presente en el deporte.
“Llegué tarde al entrenamiento porque ……”
“Podría haber marcado al delantero, pero ………”
Estas respuestas, surgen después que el entrenador pregunta “¿Por qué…?”
La pregunta del porque, nos lleva siempre a dar una explicación. Dependiendo del tipo de respuesta, esta pregunta muchas veces nos permite revisar nuestro comportamiento, y así modificar algo en nosotros que nos permita logra resultados que nos sean satisfactorios.
El problema de la pregunta del porque, es cuando su respuesta es una justificación. En este punto, quién hace la pregunta, (en este caso el entrenador), necesita estar atento a la respuesta. Porque si bién parece una explicación más, la justificación encierra una “trampa”.
En lugar de darnos la posibilidad de identificar factores que permitan una modificación de la conducta, la justificación pareciera esconder una cierta legitimidad al no logro del resultado deseado.
Cuando el jugador se justifica, cierra toda posibilidad de modificar algo en él, ya que lo que pasa o pasó es producto del accionar de otro, o de las circunstancias.
Así, al poner en otro su no acción o no logro de un resultado, se quita de toda responsabilidad por eso que no se logró o no pasó.
De esta manera, quién se justifica, “mira para afuera”, delegando (o regalando) todo su poder de modificar, toda posibilidad de cambio y entregándoselo al otro. Desvía su atención del terreno donde él tiene la mayor capacidad de intervención, que es él mismo.
Quién se justifica, adopta una actitud de víctima. Víctima de las circunstancias, del otro. Así, no asume la responsabilidad de sus propios actos. No hay nada que pueda cambiar. Para que él pueda hacer lo que le piden, a lo que él se comprometió, lograr resultados distintos, necesita esperar que el otro cambie o que cambien las circunstancias.
Y esto también tiene una explicación desde las Neurociencias. Al decir de Estanislao Bachrach, el cerebro es muy “fiaca”. Busca trabajar lo menos posible, funciona en modo ahorro de energía. Es una cuestión de supervivencia. Entonces, cuando el jugador dice “Fue el otro”, el cerebro festeja, ya que no hay nada que hacer.
En resúmen, tu como Entrenador, necesitas estar atento cuando el jugador busca justificarse. No para castigarlo, sino para mostrarle qué, al poner afuera la responsabilidad, pierde poder. Poder de cambiar, modificar lo que él puede controlar, que es su propio comportamiento. Lo ayudarás así a recuperar ese poder. Lo ayudarás a que sea cada vez mejor jugador, y mejor persona.
Y como corolario. Está atento a cuando tú quieres justificarte. No pongas el foco en cosas que no controlas. El árbitro, la actitud defensiva del rival, etc. Enfócate en lo que tú y tu equipo hicieron o no hicieron para lograr un resultado que no es satisfactorio. Así podrán mejorar.